IGUALDAD DE GENERO Y COVID19. UN ENFOQUE
DESDE LA COOPERACION ESPAÑOLA
El mundo se enfrenta a
una crisis global de dimensiones desconocidas hasta ahora. El FMI pronostica la
mayor recesión económica y social desde la Gran Depresión del 29. La pandemia
ha alterado el orden económico y social, y provocará un impacto sin precedentes
en la economía global, golpeando más duramente a los más vulnerables. Las
mujeres nunca han salido ganando en los tiempos difíciles, crisis, guerras,
hambrunas, y muy al contrario, siempre han llevado la peor parte.
Si bien desde un punto
de vista médico hay evidencia científica de que las mujeres muestran más
resiliencia ante el virus que los hombres (con porcentajes de morbilidad y
mortalidad de 60%-80% más altos en los hombres), la pandemia va a tener efectos
más virulentos en las mujeres, como grupo especialmente vulnerable. Las mujeres
están liderando la respuesta sanitaria representando casi el 70% de la fuerza
laboral sanitaria con una mayor exposición al riesgo de contagio; cargan con el
mayor peso de las tareas domésticas, con un trabajo no remunerado; afrontan un
alto riesgo de desempleo y pérdida de ingresos y están expuestas al riesgo aun
mayor de sufrir violencia doméstica, explotación, acoso y abusos durante el
tiempo de crisis y cuarentena.
Esta vulnerabilidad se
ve exacerbada en los países en desarrollo, donde las infraestructuras
sanitarias son insuficientes o muy deficientes y las mujeres deben asumir una
responsabilidad desproporcionada como personal sanitario no remunerado.
La detracción de recursos limita el acceso de las mujeres a la atención
sanitaria básica, con graves consecuencias en las situaciones de embarazo y
parto. Las mujeres ocupan la mayor parte del trabajo informal (más del 60% en
África Subsahariana, Sudeste asiático y América Latina, especialmente
comunidades indígenas en zonas rurales) y en la “jerarquía de la pobreza” del
trabajo informal (CSD/OCDE), las mujeres ocupan el escalafón más bajo. Las
mujeres migrantes son un grupo especialmente vulnerable, al perder durante el
confinamiento sus ingresos, lo que es fundamental para el mantenimiento de sus
familias en sus países de origen. Finalmente, se prevé un incremento de las
prácticas sociales discriminatorias contra la mujer, fuertemente enraizadas en
los países y comunidades más pobres.
El COVID19 supone
igualmente una gran amenaza para alcanzar los ODS de la Agenda2030, en especial
el ODS5, poniendo en riesgo muchos de los logros alcanzados desde 2015 en
materia de igualdad y empoderamiento de la mujer. Las consecuencias económicas
de la crisis van a exacerbar las desigualdades y la discriminación ya
existentes contra mujeres y niñas y en especial de las más marginadas y en
situación de extrema pobreza, al tiempo que va a frenar políticas
transformadoras y reformas ya en marcha, por el desvío de recursos hacia otras
necesidades en detrimento de las mujeres. De acuerdo a un reciente informe de
la OCDE “Las mujeres en el centro de la lucha contra la crisis el COVID-19”, ya
antes de la crisis se estimaba que más de 2000 millones de mujeres y niñas
viven en países que no podrán alcanzar los objetivos de desarrollo en 2030. Con
la ralentización del progreso en las circunstancias actuales, tanto los países
desarrollados como los menos avanzados necesitarán de mucho más tiempo para
alcanzar los objetivos de igualdad de género.
En este contexto, se
hacen más que nunca necesarias acciones globales, políticas públicas y
programas que aseguren que ninguna mujer y niña se quede atrás. En este año
2020, en que se celebra el 75 aniversario de NNUU y el 25 de la Conferencia de
Beijing, tanto los Estados como los Organismo Multilaterales deben garantizar
que las respuestas a la crisis tanto a nivel nacional como internacional se van
a centrar en la reconstrucción de sociedades más igualitarias e inclusivas.
España, desde la
cooperación al Desarrollo, tiene mucho que aportar en la gestión global de esta
crisis, tanto por sus capacidades y experiencia, muy valorada en el entorno
internacional, como por su posicionamiento pionero y de liderazgo en la defensa
de los derechos de la mujer. España asume así este compromiso desde un doble
plano interno e internacional.
En el plano interno,
hemos adoptado importantes medidas en relación a la violencia de género y la
protección de las mujeres, por medio del refuerzo del marco legislativo y en
concreto a través de herramientas específicas como el Plan de Contingencia
contra la violencia de género en tiempos del COVID19. Desde el MAUEC se está
trabajando en una estrategia de igualdad de género para el sector exterior, en
la que se reiteran y refuerzan las acciones de la Cooperación española en
materia de igualdad y protección de las mujeres y niñas Por su parte el Grupo
Socialista en el Senado ha propuesto crear una Ponencia en la Cámara Alta para
estudiar el impacto de género del COVID 19 en la cooperación al desarrollo
española. Y el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación
tiene ya avanzada la Estrategia de respuesta de la Cooperación Española a la
crisis del COVID19, que va a representar la respuesta conjunta de la sociedad
española, Administraciones públicas y sociedad civil organizada a este reto sin
precedentes. Se prevé a través de una triple respuesta humanitaria, multilateral
y bilateral la movilización de recursos y adaptación de programas y proyectos
ya aprobados, para destinarlos a la protección y resiliencia de las poblaciones
más vulnerables.
Ante esta grave
crisis, nunca antes la acción multilateral se había hecho más necesaria y por
ello damos la bienvenida y nos hacemos eco del informe que el pasado 9 de abril
publicó el SGNU Guterres sobre el impacto del COVID en las mujeres. Al
mismo tiempo estamos trabajando en el impulso, en colaboración con nuestros
socios “like minded” de una Resolución ante la AGNU sobre “Las mujeres y la
lucha contra el COVID19”, con el apoyo técnico de ONU-Mujeres. Pero para que
las acciones que pongamos en marcha, incidan de manera eficaz en los derechos
de las mujeres, debemos garantizar una serie de medidas imprescindibles: la
participación igualitaria de las mujeres en todo el proceso de planificación y
toma de decisiones en la respuesta al COVID; los planes de reconstrucción
económica deberán contemplar específicamente el trabajo asistencial no
remunerado con paquetes de estímulo en beneficio de las mujeres; asegurar el
acceso igualitario a la atención sanitaria básica y avanzar en la eliminación
de las normas sociales discriminatorias; reforzar los programas de prevención y
lucha contra la violencia de género y finalmente incluir el enfoque de género
en todas las acciones de ayuda humanitaria.
En definitiva, en un
contexto crítico como el que vivimos, la Cooperación Española se posiciona como
agente global para alcanzar estos cambios, con el enfoque de género como eje
transversal que ha de inspirar todas nuestras actuaciones.
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