lunes, 10 de febrero de 2020

¿De qué científica se trata? [Reto por el Día Internacional de la Mujer y la Niña en Ciencia]

El “Efecto Matilda” en la ciencia.
Cuando la invisibilidad nos llega porque nos hacen sombra.
Lorena Fernández

Las mujeres, en muchas ocasiones, tenemos el «superpoder» de la invisibilidad: espacios donde no estamos, fotos en las que no aparecemos, la Historia que se olvida de nosotras, entradas de Wikipedia que «no nos merecemos», … Esto nos ha acompañado en el pasado (como bien decía Virginia Wolf, anónimo es nombre de mujer) y se repite en la actualidad, como el día de la marmota. Algo así como en la película El Sexto Sentido, donde somos transparentes y no lo sabemos hasta el final. De esto hablé en la charla TEDx «La increíble mujer invisible»:


Pero en este post me voy a centrar en la invisibilidad fruto de la sombra de otros. ¿Qué es eso? Nada más y nada menos que el efecto Matilda. A lo largo de la Historia muchas
científicas han visto cómo sus trabajos se atribuían a hombres. El nombre de este efecto tiene su origen en el efecto Mateo, por la parábola de los talentos enunciada en el Evangelio:

"Quítenle el talento para dárselo al que tiene diez, porque a quien tiene, se le dará y tendrá de más, pero al que no tiene, se le quitará aun lo que tiene."
Mateo 25: 14-30, La parábola de los talentos

El sociólogo Robert King Merton tomó las palabras de Mateo para hacer referencia a la concentración de mejores puestos de trabajo, financiación o premios en manos de aquellos investigadores que ya han alcanzado reconocimiento. Es decir, que hacen sombra sobre todo lo que tienen a su alrededor y se comen la luz del resto como si de agujeros negros se tratara. Por cierto, muy curioso como el propio Robert K. Merton puso en práctica el efecto Mateo dado que la idea la desarrolló junto a Harriet Zuckerman, pero sospechosamente su nombre no apareció en el artículo donde se publicó por vez primera. Años más tarde, se casó con ella y reconoció la co-autoría.

Aquí es cuando entra en juego la historiadora Margaret Rossiter, que le cambia el nombre al efecto de Mateo a Matilde (en homenaje a la activista Matilda J. Gage) porque identifica que las mujeres somos más vulnerables a este efecto. No hay más que ver estudios como el del Canadian Institutes of Health Research (CIHR) «Are gender gaps due to evaluations of the applicant or the science?«, que muestra cómo las investigadoras reciben menos financiación y becas porque es una pescadilla que se muerde la cola: si consigues más pasta, atraes más talento, lo que te lleva a conseguir más pasta.

Y repasando la Historia, aquí van algunos ejemplos sangrantes de mujeres científicas que sufrieron este efecto en carnes:

¿Qué otros casos conocéis?

No hay comentarios:

Publicar un comentario